martes, 19 de junio de 2012

AUTORIDAD Y ADOLESCENCIA


Autoridad es la atribución conferida por la ley a ciertas personas, para que éstas puedan ejercer la función de mando, encaminada a lograr el cumplimiento de la ley o Funciones de las instituciones. Potestad que tiene una persona sobre otra que le está subordinada.


La obediencia durante la adolescencia no es precisamente una cualidad de la que muchos puedan jactarse. Por lo general desobediencia y la rebeldía son algunos de los defectos que más caracterizan a los jóvenes que atraviesan esa etapa de la vida.




Para alcanzar el éxito de la autoridad con los chicos de esta edad depende más bien en cómo se manda y no en lo que se manda. El modo de mandar es lo que hace que valore esa autoridad de los padres, más que la importancia de lo que dicen.
Siendo un poco más claros, se aconseja a los padres con hijos adolescentes que al proponerle a su vastaguito que haga algo, no de la sensación de mandarlo por comodidad personal y, mucho menos, con aire de señor feudal sobre sus siervos. Es bueno que vea primero el esfuerzo de los padres. Y como el ejemplo arrastra, aceptarán así mejor el mandato.

Lo que mandemos ha de ser razonable. Y si es posible, que también lo parezca. A esta edad suelen ser muy razonables y un esfuerzo, un sacrificio incluso, será aceptado de buen grado si desde el principio se considera como una condición precisa para la buena marcha de algo (de la vida familiar, por ejemplo).

Otra regla básica del ejercicio de la autoridad es no multiplicar las órdenes o prohibiciones. Y más aún si se tratara de exigencias casi imposibles de cumplir. No se puede, por ejemplo, pedirle a jóvenes en esta edad que esté callado y quietecito un rato largo, o que no juegue cuando con ello no molesta a nadie, o que esté estudiando sin levantar la vista durante tres horas seguidas. En estos años, el niño es “acción pura”, y necesita expansionarse, mantenerse en constante movimiento, la energía que lo invade lo mantiene inquieto la mayor parte del tiempo, debemos comprender su exuberancia vital.
Hay algo muy importante que usted debe tomar en cuenta; Nunca le ordene cosas para lo cual su hijo aún no está capacitado. Recuerde que toda persona necesita de cierto entrenamiento, necesitan aprender, y eso requiere tiempo.
Piensa también que no debe hacerse promesa que no se piense cumplir, ni amenaza que no se quiera luego ejecutar.

La mentira, además de inmoral, es mala aliada e indica pobreza de recursos.
Si actuamos con rectitud, no será preciso mentir. Todo tendrá su explicación natural.


Se observa que los diferentes tipos de disciplina parental se relaciona con la probabilidad de aceptación, por parte de los hijos, de los padres democráticos; el rechazo de los padres autoritarios y los excesivamente permisivos, ya que los adolescentes lo interpretan como desinterés de los padres hacia ellos.


a) PADRES DEMOCRÁTICOS: Los adolescentes con conductas más autónomas e independientes, proceden de familias con padres democráticos o igualitarios que favorecen la adquisición de la autonomía personal, que ofrecen un gran calor emocional, una comunicación abierta, una disciplina dialogante y razonada, una tolerancia y flexibilidad adecuadas, y unas exigencias de madurez acordes con la edad de su hijo. Este tipo de disciplina favorece y potencia el desarrollo integral del adolescente, además de una mayor adaptación y madurez del joven, e incluso con resultados académicos positivos.



b) PADRES AUTORITARIOS: Son aquellos padres que no favorecen el diálogo y la comprensión, que no demuestran afecto a sus hijos, que ejercen un fuerte control sobre ellos y exigen demasiado a los adolescentes. Estos padres se convierten en padres autoritarios al no permitir que se discuta su autoridad y su poder sobre los hijos. Estos padres no exigen de sus hijos superaciones personales, y este tipo de disciplina da lugar a que aparezca: la incomprensión, falta de comunicación, así como también continuos conflictos familiares.



c) PADRES EXCESIVAMENTE PERMISIVOS: Son padres que no ejercen ningún control sobre sus hijos, no les exigen superaciones personales, provocan en los adolescentes sentimientos de abandono y de no ser importantes para los padres, sintiéndose poco apoyados en su desarrollo personal.

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